lunes, junio 13, 2005

ADORACION NOCTURNA MEXICANA (Parte 1)

GENESIS DE LA ADORACION NOCTURNA

La Adoración Nocturna tuvo origen desde los primeros tiempos del Cristianismo. Los cristianos de aquella época celebraban por lo general sus reuniones protegidos por las sombras de la noche; se agrupaban en derredor de las tumbas de los Apóstoles o de otros santos mártires, en donde los sacerdotes celebraban la Santa Misa en la cual se les impartía la Sagrada Eucaristía que recibían después de adorarla. Los romanos, que eran en extremo supersticiosos, veían con temor el lugar donde se depositaban a los muertos, por lo cual, hasta cierto punto estaban seguros los primitivos cristianos dentro de las catacumbas, que eran los panteones de sus mártires, en donde penetraban amparados por la obscuridad de la noche, teniendo precaución de salir antes del amanecer.

Desde su institución, la Sagrada Eucaristía ha recibido incesantemente cultos de adoración, inclusive las horas de la noche, particularmente en las comunidades de religiosos, aunque con diversas prácticas anexas a sus respectivas reglas.

Nacen la “vigilias” de Adoración Nocturna en la línea de las tradicionales vigilias nocturnas de oración desde los primeros tiempos cristianos, que se celebraban en las vísperas de las grandes fiestas litúrgicas y en las noches precedentes a los domingos, todas ellas inspiradas en la Vigilia Pascual de la Resurrección (“madre de todas las vigilias”, como la llamaría San Agustín). Estas “vigilias” de oración fomentan la actitud cristiana fundamental del espíritu de vigilancia porque el Señor viene, está pasando… también cuando es de noche. “Dichosos los siervos a quienes el Señor, al volver, los encuentre en vela…” (Lc 12, 38). Y esto lo viven tanto almas contemplativas en el claustro o monasterio, como fieles seglares en medio del mundo actual.

La Adoración Nocturna, como toda una institución colectiva, fue establecida por primera vez en Roma.
El Canónigo coadjutor de la Iglesia de Santa María in Via Lata, Doctor Don Giacomo Sinibaldi, que había concebido la idea de semejante fundación, en febrero de 1809 hizo el primer ensayo invitando a algunos otros compañeros de Cabildo a permanecer durante la noche velando al Santísimo, expuesto en su iglesia, en ocasión de tocarle el turno de las Cuarenta Horas. Repitieron la piadosa práctica el día de Jueves Santo y, fuera de la propia, en otras iglesias de Roma en varias noches. Se asociaron a Sinibaldi, en esta empresa eucarística, su colega, el canónigo Bonomi, también de Santa María Via Lata; el marqués Giovanni Patrizi y el caballero don Lorenzo Giustiniani, de la casa principesca de este nombre. Poco a poco se fueron uniendo a ellos algunos otros miembros del clero y personas seglares.

Imprimieron un opúsculo dando noticia de la obra iniciada, y como fuese grande el número de los que solicitaran ser en ella inscritos, se dio carácter de regularidad y permanencia de la misma. En la noche del 19 al 20 de noviembre de aquel año de 1810, se verificó la primera Vigilia regular en Santa María in Via Lata, que después fue repitiéndose todas las noches en las distintas iglesias en que estaba expuesto el Santísimo Sacramento en forma de Cuarenta Horas.

Al siguiente día, reunidos los cuatro primeros fundadores en el Palacio Giustiniani, determinaron las normas a que había de sujetarse la nueva institución y se constituyeron en Consejo Directivo, eligiendo Presidente al caballero Giustiniani, Camarlengo al marqués Patrizi, Consejero y síndico al Canónigo Sinibaldi y Secretario al Canónigo Bonomi.

Dividieron la noche en dos partes, con dos distintos grupos de adoradores, y acordaron que el turno de las Velas siguiese el orden sucesivo de las Exposiciones en forma de Cuarenta Horas.

Para informar y facilitar la práctica de la adoración, el Canónigo Sinibaldi escribió el Directorio que fue usado por primera vez, todavía manuscrito, en la Vela del 5 de diciembre de 1810, en San Pedro; impreso en 1815. Con escasas variaciones, es el mismo todavía de que hoy se sirven los adoradores nocturnos.

Como libro de meditaciones, después de varias tentativas y ensayos para componer uno expresamente para los adoradores, en 1831 se decidieron a utilizar las visitas al Santísimo, de San Alfonso María de Ligorio.

Toda obra que nace en Roma o que en Roma se establece, tiende naturalmente a la universalidad. Así acaeció con la Adoración Nocturna. Elevada al grado de Archicofradía por León XII en su Breve de 23 de abril de 1824, con la facultad de agregar y hacer partícipes de sus indulgencias y privilegios a otras asociaciones filiales, se unieron a ella en diversas épocas nuevas fundaciones de la Asociación (sic) Nocturna establecidas en Francia, España, Portugal, Inglaterra, Argentina, Bogotá, México, Montreal y hasta en Oriente (Aleppo).

En 1910, la noche del 19 al 20 de noviembre, en la misma iglesia en que tuvo origen la Adoración Nocturna, se celebró una solemne Vigilia para conmemorar el primer centenario de la obra. A media noche cantó la Misa Monseñor Bugarini. El Papa de la Eucaristía, Pio X, les bendijo por realizar una Obra tan santa merced a la cual, las horas que los hombres dedicaban al descanso y muchas veces al crimen, los asociados las consagran a la adoración de Jesús Sacramentado, centro de todo amor y fuente de toda gracia.